No
sabemos lo que puede un libro
Los libros no mueren, se transforman
y nosotros con ellos. Decía McLuhan que “los instrumentos creados por los
humanos, lejos de ser una dócil prótesis en sus manos, los remodela”. Como ya
hemos atravesado la muerte de todo, de la historia, de la filosofía, del arte,
del sujeto y, cómo no, del libro, podemos volver a preguntarnos, cual zombies
felices, ¿qué puede un libro? Y así podremos preguntarnos también ¿qué podemos
nosotros con nuestros libros?
Éstos parecen hoy desvanecerse en
aire, entre las promesas del hipertexto, la ligereza de las tabletas, la
gratuidad de los Pdfs y la experimentación de la escritura difusa y abierta que
nos invade y a la vez nos dispersa a la vez. Sin embargo, pensamos que un libro
sigue siendo un libro, a pesar de que las tecnologías que lo sostienen han cambiado
casi por completo.
Pero ¿qué es un libro? Es un
determinado punto de condensación en el que un conjunto de ideas llegan a
sostenerse entre sí. Es un cruce de órbitas que articula un sistema único y
ocasional, azaroso y necesario a la vez. Por eso cada libro es un mundo y nos
descubre el mundo otra vez. No es fácil llegar a este punto. Por eso hay tanto
libros que no lo son. Y por eso hay que explorar las vías para conseguirlo,
bajo las condiciones que ofrece cada tiempo, en cada uno de nuestros universos.